Resumen |
Achab, el hombre, no cuenta sino con su arpón, hecho de continuos interrogantes y guiado por la inteligencia, en tanto que el cetáceo dispone de la gigantesca fuerza que le proporciona su ingente mole blanca, espectral, casi quimerica. Achab clava el arpón de sus dudas en la ballena, pero está lejos de entregársele, le arrastra consigo, hasta las profunndidades abismales del océano. Y, así, en esta lucha a muerte por el éxito no habrá vencedor, sino vencidos. |